EL QUERER COMO POSIBILIDAD
La ética del deseo, de la posibilidad y de la libertad transforma el principio
cartesiano “pienso, luego existo”, por el de “quiero, luego existo”. Si la
acción humana es el fundamento de toda moralidad, para ser el hombre
primero tiene que querer ser. En el horizonte del quehacer ético, antes de ser, la decisión compete
única y exclusivamente a nuestra voluntad. En este sentido, la pregunta
¿qué quiero ser?, tiene que estar precedida por ¿qué quiero hacer de mi
vida? En pocas palabras: antes de ser hay que querer ser.
Quiero antes de ser... ¿Por qué? Precisamente porque elprimer propósito,
elprimer anhelo del querer es ser. Querer es querer ser; y querer ser es querer ser más, querer acendrarse y ampliarse más en el ser. En último
término, querer es querer ser plenamente, totalmente: ser del todo
y el todo. Quiero luego soy porque no quiero primordialmente más
que ser y soy mi querer y soy lo que quiero, consisto en querer ser.
Al igual que el deseo radical, el querer no es un querer cualquiera. No es un querer del tipo: “lo quiero porque se me pega la gana”, “lo quiero pero no sé por qué lo quiero”. El querer, en un sentido ético, no es sinónimo de capricho, terquedad o simplemente, una acción fortuita, sino que es un querer radical en donde nos va nuestro propio ser, es decir, el ejercicio consciente de nuestra libertad.
El querer como posibilidad, por consiguiente, implica que: “Es de mi querer esencial, no de un querer parcial o cosificado, sino del querer que radicalmente me constituye, de donde tienen que brotar mis normas y mis valores. Mi querer es mi deber y mi posibilidad, lo que el querer descubre”.
Al igual que el deseo radical, el querer no es un querer cualquiera. No es un querer del tipo: “lo quiero porque se me pega la gana”, “lo quiero pero no sé por qué lo quiero”. El querer, en un sentido ético, no es sinónimo de capricho, terquedad o simplemente, una acción fortuita, sino que es un querer radical en donde nos va nuestro propio ser, es decir, el ejercicio consciente de nuestra libertad.
El querer como posibilidad, por consiguiente, implica que: “Es de mi querer esencial, no de un querer parcial o cosificado, sino del querer que radicalmente me constituye, de donde tienen que brotar mis normas y mis valores. Mi querer es mi deber y mi posibilidad, lo que el querer descubre”.
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